Organizar la comida de oficina parece fácil… hasta que no lo es. Si eres Office Manager o llevas la parte de Workplace Experience, sabes de lo que hablo. Un día es el desayuno mensual, otro el afterwork del viernes, luego el almuerzo con el equipo de ventas, el meeting de producto y, de pronto, alguien te dice: “oye, ¿podemos tener opciones sin gluten para mañana?”.

Spoiler: esto no va de magia, va de método. Y aquí te cuento cómo conseguir que todo fluya —sin estrés y sin improvisaciones— gracias a una buena gestión de catering.

Centraliza todo con un solo proveedor

Uno para el desayuno, otro para la comida, uno más para el café, y cada uno con su factura, contacto y horario. El caos está servido.

La solución más simple y efectiva: unificar todo con un solo partner que lo gestione por ti. Con Kombo, por ejemplo, eliges el menú, se adapta a tus necesidades (dietas, alérgenos, tipo de evento) y te olvidas del resto. Un solo interlocutor, una sola entrega, una sola factura.

Tu tiempo vale más que un Excel con veinte pedidos.

Ten siempre un plan B (de backup y de brownie)

El "último minuto" es el peor enemigo del Office Manager. Pero pasa. Y tener un proveedor que ofrezca soluciones last minute sin comprometer la calidad, te salva más de una vez.

Pro tip: si tu partner de catering puede gestionar entregas express y resolver contratiempos sin marearte… cásate con él (profesionalmente, claro).

Estándares claros = menos problemas

La variedad está bien, pero no a costa de perder el control. Define desde el inicio:

• ¿Qué tipo de comidas necesitas? ¿Diarias? ¿Eventos?

• ¿Cuántas personas comen?

• ¿Hay necesidades especiales?

• ¿Cuál es tu presupuesto máximo por persona?

Esto ayuda al proveedor a proponerte soluciones reales, sin que tú tengas que microgestionar.